- Me alegra que haya despertado - alegó una voz grave en aquella habitación. Aquella voz se le hacía conocida, pero era incapaz de recordar a quién le pertenecía. En ese instante sintió como su cabellera era tomada bruscamente, haciendo que nuevamente gimiera de dolor. - ¿Quién eres? - sintió como si su cuero cabelludo fuera a ser arrancado por tal acción. - Por favor, desátame. - No, no puedo hacer tal cosa - respondió el de profunda voz, haciendo erizar la piel de la castaña - No puedo dejar que un juguete tan valioso como tú no me pertenezca esta noche. Lo que ninguno de los dos sabía, es que ese encuentro de una noche cambiaría sus vidas. Dando paso a encuentros de placer, dolor y talvez algo más...