La Antigua Grecia se dividía en dos ciudades principales: Esparta, donde se criaban los soldados, y Atenas, donde se criaban los sabios; a pesar de esto, existían personas que no vivían en ninguna de estas polis, por lo que terminaban viviendo en pequeños poblados a sus afueras, estas personas terminaban siendo comerciantes, o delincuentes. El padre de Samuel De Luque era un comerciante, y al querer que su hijo aprendiera el oficio, lo llevaba siempre a sus viajes, y fue así como aquel pequeño niño decidió que no quería pertenecer a ninguno de aquellos lugares; porque quería ser parte de ambos, y al ser parte de ambos, descubrió un centenar de cosas, entre ellas al chico que capturaron los oficiales en las afueras de Atenas. - ♡ - - Pero, ¿sabes por qué los dioses te han favorecido, muchacho? - inquiere nuevamente la mujer, Samuel niega quedamente. - Porque hay algo mal en ti, porque tú no tuviste nunca cuatro brazos, cuatro piernas ni dos cabezas. Tu alma nunca tuvo una compañera... - lleva su temblorosa mano hasta el pecho del chico, justo hasta su corazón. - porque no existe corazón en el mundo que palpite al compás de este.