Nadie elige de quién enamorarse. Sin embargo somos dueños de nuestras propias decisiones, decidimos cuando detenernos y cuando seguir adelante. Ellos no se detuvieron. A pesar de que todo a su alrededor les gritaba que lo hicieran. Pero al final, quizás se dieron cuenta que jugar con fuego suele ser peligroso. Por qué el fuego es tentador, pero nunca se debe acercar demasiado a él, no sin salir herido en el intento.