Hay veces en las que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, otras en que sabes lo que tienes y aún así lo pierdes, pero cuando no sabes lo que tienes y no corres el riesgo de perderlo; cómo te abres a esa felicidad, cómo lo reclamas tuyo sin que la vida te ponga a juicio. Bueno, eso me pasó. Yo lo tenía todo, solo que no lo tenía claro. Vivía pleno pero no le daba el valor a aquello que realmente me hacía feliz, tenía grandes cosas; una familia estupenda, unos amigos que me mantenían con vida, mi simple día a día era algo astral que no terminaba por entender, y sobretodo tenía mi dichoso amor correspondido, solo que estaba seguro de que no lo merecía. Como si alguien en todo el mundo fuera capaz de marecerla a ella. Te invito a que veas cómo apagas a tu amor, te reto a que eso no te destroce, porque amigo mío, no hay momento más triste en mi vida que pueda recordar que no sea ese día.