Ella me confio a sus monstruos en un intento de libertad, ella necesitaba desahogarse y yo la necesitaba feliz. A si que de cada una de sus pesadillas le devolví un poema para que por cada vez que lo leyera desaparecieran lentamente de sus miedos, sin importar que todos sus monstruos sean un solo ser y deba saludarle llamándolo Papá... ...Y esto fue lo que Cora me relató.
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