3 parts Ongoing MatureA veces, la vida nos enfrenta con el dolor más profundo, ese que nos quita el aliento y nos deja vacíos cuando perdemos a alguien que llenaba cada rincón de nuestra existencia. Sabemos que la muerte es inevitable, que tarde o temprano llegará, ya sea por la mano del tiempo, un trágico accidente, o una enfermedad implacable. Pero aunque lo entendamos, nunca estamos preparados para vivir sin esa persona que se entrelazó con nuestra alma.
Es natural llorar, dejar que las lágrimas fluyan como un río desbordado, porque su ausencia es un abismo en el que caemos. Sin embargo, también podemos elegir recordar los momentos compartidos, esas risas que iluminaban nuestros días. Sentir esa mezcla de tristeza y gratitud, sabiendo que, aunque se ha ido, nos dejó un legado de recuerdos invaluables.
Podemos cerrar los ojos y suplicar su regreso, o abrirlos y contemplar el mundo que nos enseñó a ver, lleno de su esencia y amor. Aunque nuestro corazón se sienta roto, incompleto, ese amor que nos brindó sigue ahí, suficiente para sostenernos en los días más oscuros.
El dolor puede tentarnos a escondernos en la soledad, pero sabemos que esa persona querría que sigamos adelante con valentía, que encontremos la felicidad en las pequeñas cosas y amemos sin reservas.
Aunque el dolor parezca eterno, debemos recordar que su presencia nunca desaparecerá del todo. Vivirá en nuestras memorias, en los momentos que atesoramos, y en la forma en que su amor moldeó quienes somos. Y así, aunque ya no esté físicamente con nosotros, seguirá siendo parte de nuestras vidas, una parte que llevaremos en el corazón por siempre.
-FECHA DE PUBLICACIÓN: 14 de agosto del 2024