Yamaguchi amaba a Tsukki tanto como a los atardeceres y lo invitaba a salir cada tarde para ver como la luna alcanzaba al sol. "También te amo, mi pequeño atardecer." Fueron las últimas palabras que el chico de pelo verdoso y escaso escuchó antes de partir a perseguir al sol que tanto le gustaba ver acostarse por la tarde.
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