La lluvia puede ser el reflejo del dolor que no nos permitimos soltar.
La soledad puede ser intolerable, la compañía llevadera y la ansiedad una perdición. Los recuerdos serán pequeños fragmentos de un espejo roto para ambos y su deber será dejar de ser espectadores para ser anfitriones, los principales en la lluvia que descenderá sobre ellos.
Todo tendrá que ser reconstruido mientras aceptan la realidad en la que ambos viven día a día, y lo harán, pero refugiándose entre dos cosas que ambos conocen de antemano; el dolor y el amor.