Esa noche lo vi marcharse, sujetaba con fuerza la mano de ella, como si eso le diera la estabilidad a la que él buscaba aferrarse. Y aunque la música estuviera muy fuerte, al punto de aturdir mis oídos, escuche tan claro como mi corazón se hizo añicos, pedazo por pedazo. Entendí que era momento de marcharme, que aquel lugar no era mío. "Siempre predecimos el caos, lo esperamos con angustia y preocupación, pero son los momentos de felicidad los que nos toman por sorpresa, ya que nos encaprichamos en creer que nunca vendrán." -Kyro a Lucian.