Queridos:
Corazón siempre fuiste tan hermoso, cálido, amable y esporádico. Lo que me gustaba tanto de ti era tu fragilidad, como un cristal tallado por los dioses. Aunque siempre actuabas por sentimientos, a falta de verdadera razón.
Cerebro siempre tan frío, calculador, metódico e impresionante. De tus cualidades recuerdo tanto, me sacaste de problemas de las maneras más inesperadas posibles. Me gustaba tu facilidad para sobrellevar las cosas con perseverancia y paciencia. Como un guerrero nacido para ser la Oz de la ignorancia, siempre actuando sin sentimientos.
El corazón sentía mucho y el cerebro pensaba demasiado. Pero así como el amor y la muerte en su eterno paraje, sus fines eran iguales.
"¿Alguna vez seremos mejor qué esto?..."
Con cariño errante:
El alma