Me había dicho que repetía muchas veces la palabra “nunca”, escribió la última hoja de mi libro favorito un viernes a la madrugada, me dedico una canción que odiaba, me dejo afuera bajo la lluvia porque decía que eso hacían los chicos cuando les gustaba una chica, me regalo su camisa favorita, me dió un beso en la mejilla después de haber tomado una chocolatada para dejarme una marca. Le escribí el rostro con marcador verde. Me quede con sus medias para dormir con ellas. Le pinte las uñas con brillitos el día que tenía que rendir un parcial. Le tire al piso todas sus púas. Escondí su celular por diez minutos en el freezer. Pero una vez cuando estábamos en completo silencio dije su nombre en voz alta y él me miró. No eran los mismos ojos color verde que había visto un mes atrás, esta vez me dejaban sin aire. Al pronunciar su nombre pude sentir como había algo en mí, una sensación que no sabia como explicar en palabras.
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