Agnes Shirley-Blythe nació llena de unos sueños tan grandes como la existencia misma, creció sabiendo que iba a dejar una huella que cambiaría el mundo para siempre y que todas las personas que pudieran escucharla, tendrían en cada milímetro de su cerebro las huellas nítidas de sus manos, de su voz, de su espíritu. Pero el saber es muy diferente a la realidad actual, y el adaptar nuestro curso al titilar de un mero satélite a veces puede conseguir que nos perdamos para siempre. Porque perderse puede llegar a ser muy fácil si no eres tu propia fuente de luz.