Rodhia podría ser un pueblo normal y corriente. Sí. Claro que podría serlo. Y lo es, hasta que descubres lo que se esconde debajo de las lápidas de su cementerio. Ojalá fueran muertos... Ojalá solo fueran eso. Un cuento corto inspirado en aquellos a los que se les ha quitado todo, un grito por y para los silenciados, una cruda pincelada de las realidades que se mantienen ocultas a plena vista.