Ella tiene su orgullo. Él tiene su corazón. Sunshine Moore se enamoró de aquel demonio de ojos azules a primera vista. Sin importar que fuera diez años mayor que ella, y que todo Jackson Creek renegara de su amor a las espaldas. Sin embargo, las habladurías nunca los detuvieron, no cuando su padre le había dado la bendición a su relación, y acogiera a Hunter Brooks como si se tratara de un hijo más. Sin embargo, contra todo pronóstico, ese amor por el que ella hubiera dado la vida entera se evaporó por arte de magia de un día para otro. Al igual que aquellas promesas de amor y de un futuro juntos. Ya que, la mañana del 4 de julio, ese demonio desapareció sin más del pueblo sin un adiós de por medio. Nunca hubieron llamadas. Tampoco una mísera carta que explicara el motivo de su abandono. Y de aquello, ya habían pasado ocho dolorosos años. Por eso, ahora que él había vuelto a irrumpir en su mundo, Sunshine se había propuesto arrebatarle a ese hombre cualquier intención de reclamarla como suya. Porque si algo tenía muy claro, es que nadie volvería a burlarse de ella, ni mucho menos, a pisotear su corazón.