En los días que transitan la vida, conocemos de la alegría en un abrazo materno, en una palabra de cariño, cuando aprendemos, cuando jugamos y reímos. Pero, ¿qué ocurre cuando estos años son solo un pasado lejano? El frío de la soledad, el dolor de las ausencias y las carencias tallan; entonces las decepciones nos cobijan, y de aquellas alegrías solo respiramos a su antagonista, sin sueños, sin esperanza, sin ganas de vivir.