Peyton Harvey podría definirse a sí misma como una chica sin término existente. Sí, como lo leíste. La verdad es que no existe una palabra exacta que determine a la perfección lo que ella puede ser física, personal y académicamente. Sobretodo en esta última, puesto que su fatídica vida de estudiante de preparatoria quizás podría catalogarse como la peor experiencia de su vida. ¿Su responsabilidad? Niklaus, o para ser un poco más precisos, su hermanito menor. ¿Su razón? La casi inexistente presencia de su madre debido a las inhumanas horas de trabajo que se ha impuesto por elección propia. ¿Su dolor de cabeza? Bueno, anteriormente no tenía uno, hasta que ese chico, cuyo nombre ha olvidado por la dificultad al pronunciarlo, se coló por el muro de su casa, fue entonces cuando miles de cosas bastante alocadas sucedieron y entre gritos, risas, alguno que otro romance, persecuciones y viejas canciones para niños, Peyton pudo llegar a descubrir la palabra que realmente la definiría por el resto de su vida. Él en cambio, no puede decir que tiene una vida llena de algarabía como la suya, o bueno, no en cuanto a niños se refiere. De hecho, se considera un chico completamente normal, con una que otra responsabilidad y un viejo anciano que no deja de quejarse de la posición de sus almohadas. ¿Se mete en problemas? Sí lo hace, pero jamás ha golpeado a alguien. ¿Va a fiestas? Frecuenta un solo lugar y en ocasiones no se siente del todo cómodo. ¿También tiene un dolor de cabeza? Él la llamaría algo así como una bonita atracción de largos rizos que sin quererlo gana su corazón. Pero, ¿hasta qué punto todo lo que conocen puede continuar en pie? La vida no es sencilla, y Peyton más que nadie lo sabe, quizás ella tenga que decidir hacia qué lado se moverá la balanza sabiendo que en cualquier segundo puede destruir todo lo que llegó a construir.
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