Aquí me encuentro yo, en una subasta de mujeres, que horrible e indignante trabajo el que me tocó.
―¡Aquí, señores! ¿Busca a una mujer virgen? ¿Una amante sólo para usted? ¡No busque más! Subastamos a mujeres más vírgenes que el aceite de oliva, hemos renovado la mercancía de mujeres, no deje pasar la oportunidad.
El señor Wolf fue subastando mujer a mujer esperando una buena cantidad de dinero. Hasta que llegó mi turno, ofrecieron 23.000, 50.000, hasta 250.000 cenis, pero el señor Wolf no estaba satisfecho con eso, pidió 5.000.000 cenis, lo se, hombre codicioso.
―5.000.000 cenis ―un hombre atractivo que destaca entre la multitud.
―¡Vendida! ―me dirijieron a el.
―Bueno, a partir de ahora, soy tu dueño ―...