NO LO VISTE

Miré sus ojos azul profundo, llenos de maldad y sed de sangre. Debo admitir, que había visto esa mirada un sin número de veces, cuando creí haberme estado volviendo loca.

Su risa profunda inundó aquel sótano oscuro, retumbando en mis oídos y haciéndome consciente del cuchillo manchado de sangre en mis manos.

Un grito ahogado salió de mis labios mezclándose en el aire con su carcajada y los quejidos del cuerpo tumbado y herido en el suelo. Yo lo había hecho. Yo lo había apuñalado. Pero ella, ella que estaba feliz con lo que había logrado y venía a terminarlo.

Me mataría. Oh, si que lo sabía.