Dominitrix

Las delicadas gotas se deslizan por su cuerpo junto a sus manos, mientras yo, aquí como una espía lo miro. El va a ser mío y solo mío, no hay mujer en el mundo que lo obtenga y tenga el placer de verlo.

¡Maldición! Cuanto envidio a esa gota, que no daría yo por ser ella, por deslizarme en ese cuerpo fornido. La carne es débil y más cuando se desea lo ajeno. Deseo entrar al baño, sacarlo hacia la cama y amarrar sus fuertes brazos y tenerlo a mi entera disposición, para lamer, morder y chupar cada centímetro de su torso. Hacerlo suplicar escuchar sus gruñidos, gemidos... la perfecta melodía. Lo tengo a mi merced, su voluntad es mía al igual que su vida. Entonces, beso su pecho y me dirijo hacia mi dulce favorito mmm.. Con un toque de canela. Delicioso... lo miro a los ojos que brillan en la llama del deseo y me muerdo el labio tentándolo y por supuesto saboreando su esencia.

El gruñe solo me sonrió y trepo por su cu