En soledad después de haber perdido a mi esposa, con mis hijos siendo amenazados de muerte por un despiadado asesino y enfrentando a un enemigo que demostraba siempre estar 10 pasos delante de mi. Yo me cuestionaba si algo de lo que había vivido podía haberme preparado para un reto tan grande. Era momento de resolver ese interrogante, pues no estaba dispuesto a perder a ninguno de mis hijos y para protegerlos haría lo que fuera sin importar si tenía que matar o morir en el proceso.