Miro alrededor para ver quién hay. Son todos viejos, qué raro, ¿eh? Más de uno se bajaría con una tienda de campaña tamaño familiar por pantalones si nos viera y eso me hace gracia. Mis ojos vuelven a ti y mis dedos se escurren por dentro de la cinturilla de mi pantalón.
Me tiro de las bragas hacia arriba poniendo un dedo en medio y tiro ahí con más fuerza. Cruzo las piernas, la pulsión me sube hasta el estómago y tengo que cerrar los ojos. Aflojo. Suelto y suspiro. Tienes los labios entre abiertos. Me vuelvo hacia la ventana, comienzo a pensar que, quizás, no estás a la altura, que, como en los dibujos, las sombras de lo que parece ser algo que queremos resultan ser algo totalmente diferente y ridículo.
Se me retuerce el estómago al fijarme por donde vamos, cojo aire. Estamos cerca.
-Sin diálogos
-Sin nombres
-Y a plena luz del día.