Mi preciosa y loca Bella, aunque se que no me recuerdas totalmente, se que es tu mente vagan recuerdos de ese columpio, junto a un niño de la calle que te decía que la vida era increíble cada vez que te sentaras aquí y te columpiaras fuerte. Ahora me toca estar aquí, detrás de este inmenso arbusto, espiandote y esperando el momento indicado para volver a hablarte. Aunque se que han pasado muchos años desde que he intentado volver a escucharte hablar. Me basta con verte desde la oscuridad... No, no, ¿Como puedo decirte que me basta? Si desde que creciste y eres adolescente. Si desde que tu cuerpo empezó a desarrollarse, he pedido más, más que sólo espiarte e ir de nuevo a casa a escribir relatos de como fue la tarde. De escribir que podrías decirme si te llegase a hablar. Mi diario es un cuento, entre tu y yo.