Ya no soy la escritora que dibujaba tus labios en mi cuaderno, ya no eres aquel cuadro que veneraba como si fueras la octava maravilla del mundo. Ya no hay pintura que se atreva a dibujar El beso que me dabas al despertar, al amanecer y al anochecer. Ya no hay fotos ni recuerdos en los que tú seas el protagonista. Todo ha cambiado. Yo he cambiado. Te he dejado libre y al mismo tiempo me he liberado a mi misma de aquella jaula de oro en la que estaba atrapada sin saberlo. Y puede que aún tenga algún pedacito de ti en mi corazón pero poco a poco sé que tu recuerdo irá desapareciendo, con el tiempo te irás desvaneciendo. Y todo aquello que vivimos, será solo una historia más de mi vida. Un capítulo de la novela qué voy escribiendo. Para todo hay un final, ya sea feliz o triste, pero lo hay. La cuestión es avanzar, seguir adelante y ser feliz. Porque no nos podemos permitir ser infelices, no hay tiempo para eso. Ahora soy feliz. Y sé que tu también eres feliz. Eso es lo único que debería importar: la felicidad del uno del otro independientemente del camino que hayamos tomado.