Anneke sabía que algo había raro en ella, no sólo lo pensaba por sus sueños que siempre contaban una parte del futuro, o tal vez de sus particulares lunares en la espalda que estaban formadas en constelaciones, o tal vez por las citas diarias con el director por eventos fuera de lo normal, sino porque una noche ella despierta en la tumba de su madre, ella jamás había sido sonámbula y lo que afirmo sus sospechas fue que lo siguiente que vio fue a un chico... Con patas de cabra.