"Ella resbaló mientras caminaba, un hombre fuerte de mirada noble la sostuvo, tenía notorias cicatrices en sus brazos. ¿Qué sucedió?! preguntó indignada «son heridas que ya cerraron, contestó», pero ¿quién las hizo?!!, exclamó la mujer -sinceramente lo he olvidado, respondió el hombre de Dios."
Todos tenemos cicatrices, algunas externas otras internas, ¿quién las ocasionó?, creo que es mejor no recordarlo.
Jesús nos da buen ejemplo, el domingo de resurrección se apareció a sus discípulos; entró en la casa donde estaban reunidos, con amor y paz los saludó y después de mostrarles las cicatrices de sus manos producto del intenso dolor que vivió, les recordó "perdonen a otros, para que Dios los perdone" (Juan 20:19-23).
Las cicatrices de Jesús son un símbolo de su grandeza, él sufrió por amor, y su sacrificio salvó a muchos; pero el dolor no es eterno. Las cicatrices nos recuerda que el dolor terminó, la herida cerró.
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Pame Alcázar