Aria Douglas, liberal y explosiva desde siempre, finalmente encontró la horma de sus zapatos. Jamás creyó que podía volver a confiar en un hombre hasta que se dio cuenta de que se estaba enamorando de aquel que conoció en un bar, ese con cabello rubio que parecía teñido cortado al rape, ojos azules intensos, nariz aguileña y labios creados por un maldito dios del sexo. Samme se metió en su piel.
Y entre sus piernas.
Ella, que no deseaba estar con nadie, de repente quería estar con ese hombre que apenas conocía.
¿Qué había visto en él?
Había cosas que no comprendía sobre él y tampoco estaba segura de querer responderlas. Lo único que tenía absolutamente claro era que se enamoró de un hombre que era un misterio y un enigma para ella.
Samme Cassel, apodado por sus amigos como "quita bragas agresivo", era un amante ardiente como un tipo al que tenerle cuidado.
Las mujeres le caían como abejas a la miel, pero a él nunca se le fueron los ojos detrás de una.
Hasta que ella llegó a su vida.
Tan enérgica, explosiva y cautivadora como toda una experta, Aria Douglas representó un reto desde un principio.
Después de probarla, de tener el lujo de hundirse en ella, no sabía qué hacer con Aria y su trabajo. Su profesión no le permitía acercarse a ninguna persona, pues las ponía en peligro de inmediato.
Para su hermano, Damm, Aria Douglas representaba una molestia y un incordio. Necesitaba ocuparse de Aria o su hermano lo haría.
Nadie había pasado tanto tiempo con él ni tampoco se había dejado ver con una mujer tanto como con ella.
Se descuidó por primera vez y quizás última.
Debía protegerla y cuidarla, así fuera alejándola de su mundo y, por consiguiente, de él. Aunque se hundiera aún más en la miseria y en la soledad, no iba a dejar que nada le pasara a su mujer.
Porque ella era de él.
Suya.
Pese a que no podía tenerla a su lado.
Boris Orlov, es un exteniente de las fuerzas armadas de la federación de Rusia. Es un hombre frío y reservado que carga con un pasado oscuro y desastroso, con diversas tragedias que sucedieron a lo largo de su vida que terminaron marcándolo, tanto mental, como físicamente. Años más tarde de pura soledad, en uno de los viajes de negocios de su jefe a Italia, conoce a Pia Messina, una mucama del hotel en donde se hospedan, con actitud y miradas bastantes coquetas que de inmediato llamaron la atención del moreno.
Al conocerse, el deseo es ineludible y, tras varios encuentros y tentaciones de parte de la divertida y provocadora mujer, es inevitable dar rienda suelta a la pasión.
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