- ¿Sabes? Jamás había sentido tanto odio hacia una persona, inclusive a Rosa no la odio como te odio a ti- le dije con desprecio-. No debiste enfrentarte a mí, porque tú misma lo dijiste; enfrentarse a mí es enfrentarse a un dios.
Dicho esto la tierra tembló con más virulencia y los animales se agitaron desde el interior del bosque. Sentí una lengua de fuego recorrer toda mi espalda y provocó que me arqueara ante la oleada de placer puro, como sentirme liberada por un momento; se sentía igual al estirarte cuándo te acabas de despertar y hubieras dormido en una mala postura.
El cielo se partió y una luz parecida a la del sol se filtró para iluminar todo mi cuerpo y el bosque entero; la red de energía negra que mantenía mi cuerpo inmovil se rompió provocando un ruido parecido al de un globo cuando se revienta.
Mi escudo salió de mí en forma de una bola de fuego y se dirigió hacio la mujer de cabellos plateados que pegó un grito de susto ante mi demostración de poder.