Hay submundos que el ojo humano no puede ver, no se le está permitido, y que no se puedan ver no significa que no estén ahí, porque siempre lo han estado. El sacerdote y El soldado son dos personajes tan diferentes como el agua y el aceite, aunque ambos tienen sus infiernos personales. El sacerdote es en realidad un mago drogadicto, y El soldado es mucho más que un humano. Una guerra de submundos se acerca, y estos dos formarán un equipo inusual, pero descubrirán que no todo es lo que parece, que todo el mundo es capaz de engañar y esto se trata de matar primero o morir en el medio de la nada. ¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos cuando cada uno lucha por sus propias convicciones? ¿Quién tiene el poder de juzgar?
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