En la mejilla izquierda de Sara habita una hermosa luna. Tomas tenía la misma marca, un poco más grande, en su muñeca derecha. Cada vez que besaba su luna no necesitaba esperar tanto a que llegara la noche, él era la noche. Jamás comprendí por qué odiaba ese lunar, la vez que le pregunté por su rechazo, el solo respondió- No deberías amarlo tanto, lo odio- y le dije burlonamente - por eso lo amo, porque lo odias. Tomas sonrió resignado y sereno, miró el cielo como pidiéndole una explicación a Dios, metió su dedo en el hoyuelo de mi mejilla lo acarició suavemente y me susurro: puedo esconderme aquí sin problema, sobre todo cuando quiero estar solo.Hak Cipta Terpelihara
1 bahagian