52 a.C. El líder galo Vercingétorix se halla acorralado en la fortaleza de Alesia por las legiones de Cayo Julio César, y este a su vez por un inmenso ejército de refuerzo galo. Para resolver esta situación el procónsul se ha visto obligado a construir dos líneas defensivas, una para protegerse de los sitiados y otra para disuadir a los sitiadores. Pero en esta última existe un punto débil y los galos lo saben. La batalla no tardará en desatarse y la diosa Fortuna es caprichosa...
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