¡Reescribiendo!
¡CONTENIDO +18!!. El que leas será bajo tu propia responsabilidad.
¡PROHIBIDA TODA COPIA U ADAPTACIÓN SIN MI CONSENTIMIENTO!
Inicio: 20 / Diciembre / 2020.
Final: 6 / Noviembre / 2021
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. Prólogo .
- Rosalie Finley, una hermosa mujer de 20 años, amable, simpática, un carácter rudo en especial al enfadarse, pero dulce en su interior -
- Todo dio inicio en el ya conocido centro comercial, sitio donde Rosie "conoce" a un encantador joven quién roba miradas, quién la asesina por dentro, quién se adentró en su alma y robo su corazón, quién por su seguridad oculta su verdadero empleo, seguidamente, nace una deslumbrante amistad entre ellos, el ya conocido joven, cuyo hombre provoca que las hormonas de Rosie se alteren y en su estómago revoloteen mariposas a la misma vez, junto a Rosalie se reúnen cada noche en una de las discotecas de Monterrey, coqueteando, comentando cada segundo palabras hermosas, y por supuesto, repletas de lascivia, permitiendo conocer su lado oculto detrás de ese rostro de niño bueno, Rosie, esa inocente chica piensa que simplemente desea ser amable ante ella, creencia que es muy poco probable -
- ¿Será que él solo siente amistad por esa joven?, ¿o habrá algo más?, algo más fuerte que una divina amistad, ¿se habrá enamorado de esa hermosa chica? -
- ¿Acaso.... eres tú?, se preguntaba la chica sobre su cama, sobrepensando la situación.
Historia Original, 100% mía.
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Habrá reglas, nuestras reglas.
—De acuerdo —recobró la compostura y cerró la boca de inmediato al escuchar la palabra “reglas” —. Esto se pone interesante.
—Regla número uno: Como me fastidiaste hasta el punto de querer tirarte por el balcón, esta será una competencia.
“Regla número dos: No nos besaremos en los labios.
Regla número tres: Nada de juegos ni cosas raras.
Y Regla número cuatro: Pierde el que caiga primero”
Escuchó cada una de las reglas, no propuso ninguna pero tampoco parecía muy de acuerdo. Al final, levantó la mano como si estuviéramos en la escuela y dijo:
—¿A qué te refieres con “el que caiga primero”?
—Fácil, mi querido Ross —me senté sobre sus piernas y pasé uno de mis brazos por sus hombros—. La regla número uno y cuatro consisten en que, para demostrar quién es mejor, competiremos entre nosotros, y si cualquiera de los dos no lo resiste más y pide a gritos acostarse con el otro, pierde.