Las nubes habían apagado el cielo más de lo habitual ensombreciendo todo a su alrededor, con tan poca luz, nadie se atrevería a cruzar por aquella senda entrada la noche.
Sin embargo, los acontecimientos les obligaron, a adentrarse en la espesura a toda prisa, la fina lluvia modificaba la luz de las pequeñas lámparas, que, bailando a merced del viento, dejaban a su alrededor densos halos circulares difuminados por la humedad que impregnaba el aire.
-¿Qué pasa? ¿Donde vamos?- inquirió Árien desconcertado.
Los dos habían salido de casa apresuradamente, tras aquella tarde, el joven se afanaba en encontrar un significado para las palabras que aquel cuentacuentos le había dedicado.
Se le antojaba curioso estar de acá para allá, puesto que ya era de noche, y la zona por la que transitaban era la más evitada por los habitantes de la aldea, sin embargo lo que más le preocupaba en ese momento, era la actitud silenciosa de su padre.
-¡enseguida llegaremos!- contesto su padre con evidente nerviosismo.
Niels oteaba con atención la densa oscuridad, el fuerte viento movía con violencia las hojas,