Esta es la historia de este chico; por nacer de una triste familia pobre y judía, en esa época, lamentablemente es encerrado, y apartado de la humanidad por una simple valla de alambres.
Lo unico que tenía era poder estar viviendo, de esa manera tan sucia, sin una cama que dormir, y poca comida que probar, peleando cada día con otros prisioneros que se empeñan en dar un poco la lata por querer algo más comida de la que le dan, por lo que este chico del que hablamos, suele estar al lado de la valla, fantaseando con los lugares de afuera donde nunca a estado, esos lugares en los que tal vez se vivan cosas que él no ha podido vivir o tan si quiera soñar.
Pero un día, tal vez uno de los más afortunados para él, vio algo fuera de la valla, tal vez lo más bello que podría haber entre esas hierbas mustias, y esos arbustos secos.
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.