"Lentamente se fueron recostando sobre uno de los sofás, sin romper el beso, y manos curiosas exploraron el tonificado vientre del de cresta, descubriendo todo a su paso. Sus cabezas se ladearon inconscientemente, dejando mayor espacio para intensificar el beso, encontrándose lenguas en el proceso para proceder a iniciar una danza entre ellas. El labial de Horacio con sabor a fresas se volvió su sabor favorito, embriagándose del olor a vainilla que desprendía el chico, lo guió hasta que quedó sobre sus rodillas, ahora fue Horacio quien exploró todo a su paso.
Los besos empezaron a ser insuficientes, y ambos lo supieron, pues empezaron a buscar fricción y que sus cuerpos se encontrasen más carnalmente"