Treinta alumnos asisten a una sesión en la Sala de conflictos de su instituto. Tres de ellos componen el «tribunal» que media en el enfrentamiento entre dos muchachos por un teléfono móvil hecho añicos. Sin la participación de adultos, el grupo de jóvenes tendrá que resolver el incidente. Cada uno de ellos aportará a la reunión su visión de lo sucedido y tendrá que asumir las consecuencias de sus palabras. La sesión destapará problemas de convivencia, humillaciones y temores escondidos, y demostrará que, tarde o temprano, la verdad se acaba imponiendo.