Fernanda Abarca no sabía que su color favorito pasaría a ser el tono azulado de esas pupilas salvajes hasta que conoció a Rosario Peralta. Tampoco sabía que Argentina se quedaría con una gran parte de sus recuerdos mientras que su tierra no dudaría en quitarle a punta de fusil estos mismos. Es septiembre del 73 y las miradas del mundo están puestas en Chile y en su golpe militar que no solo traería dolor y muerte sino que también traería consigo despedidas que Fernanda no estaba preparada para realizar.