¡Por favor! ¡Por favor! No lo hagan; es mi hijo, no pueden quitármelo. Gritaba la pobre mujer mientras la golpeaban y tiraban al piso. Es mi hijo; gritaba desenfrenadamente desgarrando su garganta. El extraño ser miraba fijamente al niño con los raros aparatos que atravesaban su rostro. Solo estaba allí, inerte, parado mirándolo sin mover un solo musculo. Mientras las otras máquinas con formas humanas destruían todo a su paso la escena se volvía minuciosa, y poco a poco los gritos de la mujer empezaron a alejarse. . . El extraño ser comenzó dejo caer lentamente su cabeza hacia un lado sin despegar su fría y desolada mirada del niño y casi sin poder verlo con una velocidad alucinante se lanzó sobre el con un grito aterrador.