Todos somos hechos y circunstancias que a veces marcan los corazones y los rompen, otros solemos ser la luz al final del camino y la oscuridad al inicio de este.
Solemos vagar por las aceras vacías, con el cielo oscuro sin estrellas invadiendo pensamientos conscientes que no reflejan más que lágrimas que jamás se derramaron.
Solemos perder el tiempo entre relojes ajenos, entre llamas debajo del océano, solemos confundir palabras con significados diferentes en labios de personas que no conocemos, solemos cruzar calles sin ver semáforos, solemos ignorar las campanas luego de la final de temporada.
Solemos tenerlo todo y perderlo. Solemos hacer un viaje sin retorno, olvidando lo importante, respirar y suspirar, solemos existir sin vivir.
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.