Había logrado completar su misión, el nuevo invento para apoderarse del Área había sido destruido quizás no en un dramático estallido pero un perfecto malfuncionamiento. Sin embargo, ninguno de los dos nunca podría haberse esperado que esta fuera una de las consecuencias. Tocó su garganta, el sonido saliendo de su boca ya no era su común gorgoteo sino aquel que producía su familia para comunicarse y aquello tocando su cuello ya no eran las membranas interdigitales pero manos. Levantó la mirada, incrédulo, hacia al hombre enfrente suyo, ahora a la misma altura, sus ojos temerosos y curiosos no podían despegarse de él. Con más seguridad de la esperada, dijo: -Doofenshmirtz, ¿qué has hecho?