Astrid estaba nerviosa y asustada, estaba en un helicóptero con su compañero y con el responsable de lo sucedido al mundo, a partir de ahora caminaba en una cuerda floja. Había dejado atrás la seguridad del refugio, a sus amigos y a su familia, pero lo había echo por algo correcto. ¿No es cierto? Ahora estaba en las manos del enemigo, pero al menos Alexei y Aharon estaban con vida, ese era su consuelo, no sabía a donde la llevaban y lo único de lo que estaba segura era de que su decisión cambiaría el rumbo de esta guerra que llevaba luchándose durante años. Lo único que le quedaba era esperar, esperar a ver lo que pasaría una vez que llegara al territorio del enemigo.