24 Partes Continúa Contenido adultoCon el tiempo entendí que no todo lo roto puede repararse, pero sí abrazarse. Que hay memorias que se quedan adheridas a la piel como cicatrices invisibles, y otras que, aunque pequeñas, brillan como luciérnagas en la oscuridad. Mi infancia fue un terreno desigual, lleno de ausencias, silencios pesados y palabras que dolían más que los gritos. Crecí mirando las grietas de una casa que nunca terminó de ser un hogar.
Pero incluso en medio de todo eso, hubo amor. No el que esperaba, sino uno nuevo, tibio y puro.
Esta es la historia de una niña que aprendió a cuidar antes que a jugar, a resistir antes que a soñar. Pero también es la historia de un vínculo irrompible, de una ternura que floreció donde nadie creía que algo pudiera crecer.