Hace apenas unos días logré apreciar el enfermizo sentido del humor que tiene la vida. En retrospectiva, fue gracioso despertar semiconsciente y totalmente inmovilizado en un hospital. Fue gracioso enterarme de que tenía una pierna menos de las que recordaba. Fue gracioso darme cuenta de que la vida que conocía había terminado. Fue gracioso descubrir que se puede seguir con vida aún cuando en el interior se esta completamente vacío. Pero desde luego, lo más gracioso de todo fue conocer el infierno en que se convierte el hospital St. Katherine por las noches.Todos os Direitos Reservados
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