Lo recuerdo. Era una noche cálida, de esas llenas de sensibilidad, en esas donde se derrumban los muros de tú corazón. Esas noches donde amas. -¿Levi? ¿eres tú?.- dije aún con los ojos cerrados, pero sabía que estaba ahí, a lado mío sentado en la cama. -Ya estas en tú habitación, será mejor que descanses.- se paro y ya se iba pero lo detuve agarrandolo de su mano. -Levi, no me abandones, no me dejes morir.- Él entrelazo sus dedos con los míos, tomandolos con fuerza y firmeza, impidiendo que alguien me apartara de él. No pronunciamos palabras, pero los dos sabíamos, sabíamos que era una promesa, una promesa que me dejaría estar a su lado.
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