Él era malas noticias, lo supe cuando éramos niños y pegó un chicle en mi cabello recién peinado. Él era intimidante y distante conmigo, pero siempre estaba ahí cuando necesitaba ayuda. Él era mi vecino y el hermano de mi mejor amigo, era precisamente todo lo que me dijeron que debía mantener alejado. Y aún así, termine cayendo en sus brazos. ¿Qué tan peligrosa podía ser esta inevitable atracción?