Nunca te entendí, esa es mi única verdad. No importaba lo que hiciera, no importaba si me esforzaba, no importaba incluso si me veías sangrar, no importaba porque tú eras la razón de todo. "¿Cuándo dejaras de ser una vergüenza?" creo que nunca deje de serlo padre. Desde el día en que nací hasta que morí nunca deje de serlo. Mi única satisfacción es que te lleve conmigo a la tumba. No te culpo, ciertamente era patética, a pesar de mi edad seguía encantada con la idea de que ese amor de infancia viniera hacia mí para caminar juntos, tan patéticamente ciega que todo lo que hice nunca fue por mi. Estúpidamente el puso el último clavo de mi ataúd. Esta vez me asegurare de avergonzarte mucho más, no esperare a nadie, no te perdonare. Esta vez me salvare yo misma, esta vez también lo salvare a él. Esta vez, nos salvare.