Ella me hablaba de esperanzas, pero ganarme su amor fue la única esperanza a la que me aferré. Fue mi amor con mentiras y mi mentira sin amor. Aunque sufrir por ella era el precio que debía pagar para aprender cosas que de otra manera yo no hubiese aprendido. Que la vida se trata de maravillarse con los instantes más pequeños como una manera de contraatacar la tristeza. El dolor me retó a un pulso y ella me enseñó a ganarle. Fuimos la serendipia más bonita y el desperfecto más cruel, pero no me arrepiento. Si muriera y me dieran otra oportunidad de venir a la tierra, si pudiera elegir, todo lo haría otra vez. Solo para volver a la mañana en que la encontré.