Así no debía ser, no así, no de esa forma, no de esa manera.
Todo empezó con lo que debía ser un caso difícil, un caso en extremo complicado, un caso casi imposible de resolver.
Se trababa del caso de "El Asesino De Los Atrapasueños" y era un caso especial ya que, luego de asesinar personas, dejarlos en almacenes poco revisados con un montón de atrapasueños y de enviarles partes del cuerpo de la víctima a sus familiares, escapaba sin dejar rastro y dejaba sin pistas a los mejores investigadores de no solo Washington, sino de todo los Estados Unidos.
Debía ser un caso importante para mi carrera como agente especial del FBI, pero se convirtió en un juego mortal combinado con un espiral de dudas y temor que inevitablemente convergería en tragedia... A menos que yo lo evitara.
No debía ser de esa forma, pero bajo las terminales del tiempo no hay especificación, ejecución o reorganización, solamente hay prescripción y puede o no que haya predilección. Solamente me queda aceptarlo todo, no perdonar nada y aceptar mi camino para poder enfrentarme al Asesino De Los Atrapasueños.
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y pauta como se le ha indicado. Un pueblo donde no se recibe con mucha gracia a los recién llegados así que cuando Los Steins se mudan a su lado, Leigh no puede evitar sentir curiosidad.
Los Steins son adinerados, misteriosos y muy elegantes. Lucen como el retrato perfecto de una familia, pero ¿Lo son? ¿Qué se esconde detrás de tanta perfección? Y cuando la muerte comienza a merodear el pueblo, todos no pueden evitar preguntarse si tiene algo que ver con los nuevos miembros de la comunidad.
Leigh es la única que puede indagar para descubrir la verdad, ella es la única que puede acercarse al hijo mayor de la familia, el infame, arrogante, y frío Heist.