La mayoría de las historias de amor, están llenas de caramelos rosados, grandes y brillantes, que llegan para empapar hasta la última papila gustativa del ser humano. La primera vez que lo ví, fue mi pequeño y lindo caramelo, era el príncipe azul que normalmente pedimos en cada historia. El problema no era él, más bien el problema era yo. No puedes dejar algo así en la vida, porque por mal hábito, no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.