Cada mañana al despertar siempre pienso en las cosas que debo o debería hacer en el transcurso del día, haciendo lo posible para que al final de la noche se haya convertido en algo provechoso y bienaventurado. Hay sueños pequeños como grandes pero no inalcanzables, hay sueños inmensos hechos realidad que tras ello esconde una historia marcada por lucha, derrotas y lágrimas. Los sueños se hicieron para vivirlo, gozarlo y amarlo cada día, se dice que los sueños se desarrollan con mucho trabajo, con mucho esmero y dedicación, sin vacilar ante los azarosos obstáculos, pero yo creo que todo se hace más simple cuando solo tienes pasión.
Todo sueño cumplido nos llena el alma, nos da vitalidad y hace sonreír a nuestro corazón, todo sueño perece en nuestra memoria y se enmarcan hasta nuestra otra existencia. No existen sueños absurdos, existen personas absurdas y zurumbáticas que viven desdeñando y limitando deseos y sueños de los cuales nunca se animaron a perseguir y hacerlo realidad. No dejes que personas vacías y carentes de espíritu soñador envenenen tu mente, vale una vida luchar por aquello que deseamos disfrutar, por aquello que nos mantiene la ilusión intacta, por aquello que nos mantiene con vida.
Tengo un onirograma de los cuales quiero cumplirlas todas, sin que se me escape ninguno, cada sueño es un pedazo de mi espíritu, que en conjunto forma todo mi ser. Mis sueños se asemejan a la luna, hasta me animaría a decir que son muy cercanas, porque no importa de qué tamaño esté cada día, si no de lo radiante que estará siempre a pesar de sus fragmentarias partes.
Hay una distancia impertérrita entre mi sueño y la luna, porque mis ganas, estas ganas de soñar, no se inmutan.