El paso de nuestra vida terrenal se sella con el último «adiós», ese adiós que es el fin de todo, pero que nadie desea pronunciar. Llegado el día y la hora ni tú, ni yo existiremos más, pero en el recuerdo de los que quedan viviremos eternamente en momentos, en instantes grabados en la retina y mente de los otros, en una lágrima o en una risa...
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